Varias
comunidades indígenas mexicanas están probando un
nuevo sistema operativo basado en software libre para adaptarlo
a sus lenguas, culturas y necesidades. El proyecto Heliox se inspira
en una iniciativa española que facilita el acceso de las
personas con discapacidad a las nuevas tecnologías, pero
que al ser presentada en México inició una nueva andadura.
Las
nuevas tecnologías avanzan al ritmo del consumidor medio
occidental ávido de mejoras y novedades: del ratón
a la pantalla táctil, del ordenador a la tableta digital,
con programas y aplicaciones cada vez más sorprendentes.
Sin embargo, siempre hay alguien que se queda atrás por cuestiones
económicas, funcionales o culturales.
Dentro
de un mismo grupo de población, las capacidades y habilidades
para el manejo de la tecnología son muy diversas, pero además,
entre comunidades con diferentes culturas salta a la vista que los
productos tecnológicos no suelen estar pensados para todos.
“Hay
muchas brechas digitales y la manera de cerrarlas es utilizar las
posibilidades que te da la propia tecnología”, comenta
a Sinc Roberto Feltrero, doctor en Ciencias Cognitivas por la UNED
y director del Proyecto Heliox, una iniciativa que ha lanzado un
nuevo sistema operativo a partir de GNU/Linux con el objetivo de
que los avances tecnológicos lleguen a más colectivos.
En
su origen, Heliox OS se había pensado para mejorar la accesibilidad
de las personas con discapacidad dentro de un proyecto del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). “Cuando
desarrollas un sistema operativo libre, el trabajo suele consistir
en unir piezas que ya existen y realizar ciertas operaciones para
que juntas funcionen bien, así que nosotros recopilamos aplicaciones
de accesibilidad, como lectores de documentos para invidentes, la
posibilidad de mover el cursor con la cabeza para personas con tetraplejia
o un sistema de escritura predictiva, y creamos otras, como un menú
personalizable para el arranque combinado de distintas aplicaciones
de accesibilidad integradas”, apunta Feltrero.
Paradójicamente,
el desarrollo tecnológico va reduciendo las posibilidades
en las que se puede usar la tecnología, así que “tratamos
de que el sistema contenga el mayor número de interfaces
posible para que la gente tenga acceso a todo tipo de vías
de interacción”. Así, al iniciar el sistema
operativo, el usuario puede elegir qué tipo de ayuda quiere.
Más
tarde, el proyecto se presentó en México y cobró
una nueva perspectiva. “Nos preguntaron que si además
de atender a la diversidad funcional podíamos hacer algo
ante la diversidad cultural de los pueblos indígenas y nos
pusimos a trabajar”, comenta el director de la iniciativa.
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM),
la universidad más grande de América Latina, se implicó
en la tarea, que pasó a ser financiada por el Instituto Nacional
de Lenguas Indígenas (INALI).
“En
México hay 360 lenguas y hacer una sola traducción
es un trabajo enorme, así que la filosofía tiene que
ser otra, implicar a las comunidades para que los propios indígenas
dirijan su desarrollo tecnológico”. Es decir, en lugar
de comercializar un producto cerrado, como hacen las empresas, solo
se ofrece una base para que los usuarios desarrollen su propio sistema,
adaptado a su lengua y su cultura.
Además,
la idea de traducir en sí misma carece de sentido cuando
la mayoría de los términos utilizados, como “abrir
archivo” o “guardar como”, no tiene equivalencia
en una lengua indígena. Lo mismo sucede con los iconos, no
tienen significado para quien nunca ha manejado un ordenador, así
que son necesarias descripciones como “utilice esta herramienta
para editar vídeo” o “para navegar por internet”.
Aunque
la propuesta es que los pueblos indígenas desarrollen por
sí mismos buena parte del software, no son necesarios especialistas
en programación. “Modificar tu sistema no es ser programador,
sino tener herramientas para que funcione como tú quieres
y eso lo llevamos haciendo todos 20 años con ordenadores,
móviles y tabletas cuando elegimos qué aplicaciones
instalamos o cómo configuramos nuestro escritorio”,
asegura Feltrero.
Por
eso se ofrece algo sencillo pero modificable, donde cualquiera pueda
diseñar e introducir nuevos iconos, decidir comandos o grabar
voces y todo ello no sea tarea de un líder instruido sino
que toda la comunidad se apropie de la tecnología a través
de una formación inicial.
Otro
aspecto relevante es que el sistema tiene que funcionar en computadoras
viejas, porque el acceso a la tecnología es limitado. En
ese sentido, la base de Heliox OS es sencilla y puede operar incluso
sin ser instalado en el ordenador, con una memoria USB.
Participación
activa:
“Tiene
un coste muy pequeño frente a las alternativas comerciales”,
destacan León Olivé y Luz Lazos, investigadores del
Seminario Sociedad del Conocimiento y Diversidad Cultural del Instituto
de Investigaciones Filosóficas de la UNAM. De esta forma,
“se pueden establecer estrategias de trabajo en las que participen
activamente los miembros de las comunidades indígenas, realizando
directamente las adecuaciones que se consideren pertinentes para
su cultura y su lengua”, agregan.
Los
investigadores mexicanos trabajan en este y otros proyectos con
comunidades purépechas (estado de Michoacán), mephaa,
nahuatl, mixteco (estado de Guerrero), mixe (estado de Oaxaca) y
maya (estado de Yucatán). Heliox ya se está desarrollando
en tres lenguas: nahuatl, maya y mixe. Sin duda, encontrarlas en
el mundo digital ayudará a su conservación y difusión.
La
filosofía del software libre y estas comunidades tienen muchos
valores en común, según los expertos de la UNAM, ya
que las dos “comparten saberes, incluyendo aspectos relacionados
con el significado de la apropiación social del conocimiento
y la tecnología”.
Según
Eurídice Sosa Peinado, profesora e investigadora de la Universidad
Pedagógica Nacional, “la predisposición de las
comunidades indígenas hacia el uso de las tecnologías
es muy buena, particularmente, entre los jóvenes y niños”.
De hecho, “los artefactos tecnológicos se han convertido
en indispensables en su vida cotidiana” y la ciencia les ha
proporcionado adelantos de gran impacto, desde fertilizantes e insecticidas
a bombas de agua, iluminación y transporte.
En
particular, “las tecnologías de la información
se han integrado con rapidez en la vida de las comunidades indígenas”,
que con una migración muy marcada han visto cómo los
teléfonos móviles –en México, celulares–
son la mejor opción para mantenerse comunicados.
Revalorizar
las lenguas:
Eurídice
ha trabajado con comunidades indígenas de México y
Centroamérica y tiene una gran experiencia en el trabajo
con tecnologías de la comunicación y recuperación
de saberes tradicionales. “En los últimos 20 años
existe un movimiento de revalorización lingüística
y cultural de las comunidades indígenas en el conjunto del
país”, asegura. Aunque desigual, ha logrado fortalecer
el uso de las lenguas y la mejor forma de medir esa revitalización
es, precisamente, ver cómo se refleja en todo tipo de creaciones
que muchas veces se canalizan a través de la tecnología.
“Dos
indicadores nos pueden aproximar a los usos de las lenguas indígenas:
por una parte, la producción de materiales en audio, video
y escritura en lengua materna en muy diversos formatos; y por otra,
los usos públicos de las lenguas indígenas en medios
comunicación como el cine o la radio y en eventos culturales,
educativos o políticos”, destaca.
En
su opinión, “internet es un recurso indispensable”
para la cultura y el uso del audio y el vídeo resulta fundamental.
Sin embargo, la expansión de la red en las regiones de mayor
asentamiento de las comunidades indígenas es muy limitada,
por eso es necesario tener en cuenta “que se pueda operar
con o sin uso de la red”.
En
términos de acceso, está claro que existe una brecha
digital relacionada con la distribución territorial y la
calidad de la señal, pero la experta de la Universidad Pedagógica
Nacional no cree que se pueda hablar de brecha en términos
de usabilidad. “Por parte de los integrantes de las comunidades
indígenas, los usos son muy heterogéneos debido a
la migración y a la portabilidad de las tecnologías,
el abanico va desde quienes son productores habituales de contenidos
digitales y proactivos en las redes hasta los que solo son consumidores
de contenidos culturales en formatos digitales y en la red”.
Símbolo
de estatus y progreso:
“La
tecnología y el acceso a ella se manejan como símbolos
de estatus y de progreso”, asegura Yasnaya Elena Aguilar,
una mixe que trabaja en la Biblioteca Juan de Córdova de
la ciudad de Oaxaca como lingüista y traductora, además
de coordinar el Comité de Educación Superior de la
comunidad mixe de Ayutla, también en Oaxaca. “En las
comunidades mixe que conozco el uso que se está haciendo
de las nuevas tecnologías no está acompañado
de un proceso de reflexión”, advierte.
En
su opinión, “los derechos lingüísticos
de los hablantes de las lenguas indígenas siguen siendo sistemáticamente
violados, por lo tanto, en mayor o menor medida, todas las lenguas
y culturas se encuentran amenazadas”. Sin embargo, “cada
vez más hay más iniciativas comunitarias que están
trabajando con la recuperación de saberes y proyectos de
fortalecimiento y resistencia lingüística”.
Hace
unos meses, en Oaxaca se organizó el primer Encuentro de
Activistas Digitales de Lenguas Indígenas, que reunió
a hablantes de lenguas indígenas de todo el país que
trabajan para colocar sus idiomas en las nuevas tecnologías.
Un buen ejemplo es un proyecto desarrollado en la Sierra Norte Zapoteca
denominado Telefonía Celular Comunitaria, en el que el servicio
de telefonía celular se da en zapoteco y es administrado
por las propias comunidades.
Los
expertos coinciden en la existencia de una brecha digital entre
los indígenas y el resto de la población mexicana,
aunque en buena medida tiene que ver con el carácter urbano
o rural de las comunidades, puesto que los habitantes de las ciudades
tienen más acceso. Por eso, el idioma puede ser el factor
que realmente marca la diferencia ante la poca presencia de las
lenguas indígenas en la web y las nuevas tecnologías.
18-03-2015 Gentileza Revista Ciencia y Tecnología.
|