No 
              puede excluirse de esta lista de eventos el golpe militar del 24/03/1976, 
              que también dividió aguas, aunque afortunadamente 
              gracias a la elogiable política en materia de DDHH del kirchnerismo 
              (sin muchos pergaminos previos en la materia), se rescata esa triste 
              fecha y se la declara feriado nacional con actos conmemorativos 
              que contribuyen a que el pueblo no olvide tan nefasto suceso.
            Creo 
              que hoy día pro suerte sólo quedan algunos elementos 
              residuales para nada representativos de ese sentir castrense anti-pueblo 
              que añoran los tiempos de este tipo de botas. Podríamos 
              decir que con la irrupción de la junta militar continúa 
              la segunda etapa de la mal llamada revolución libertadora 
              intentando socavar con la instauración del liberalismo económico 
              el modelo de país encarnado por Evita y Perón, en 
              el cual hay pleno empleo y justicia social. Retirado el proceso 
              militar la libertadora sigue viva con la asunción del alfonsinismo 
              y concluye su obra con la llegada al poder de Carlos Menem que destruye 
              el estado nacional dejando todo a expensas de las fuerzas del mercado 
              libre….
            Como 
              se podrá apreciar, en este análisis he salteado un 
              evento muy caro para los argentinos: el 2 de abril fecha en que 
              se recupera simbólicamente las islas Malvinas, acto que es 
              tan polémico como los antagonismos antes mencionados. En 
              mi criterio, como las anteriores, todas las consideraciones son 
              válidas y opinables.
            Durante 
              la contienda bélica recuerdo que nuestra familia se pasaba 
              las 24 hs. escuchando onda corta para conocer la verdadera situación 
              por la que se estaba atravesando, nunca pude entender ni hoy casi 
              30 años después como en la Capital Federal, todo seguía 
              igual: boliches abiertos, cines abiertos, confiterías abiertas, 
              teatros abiertos, fútbol los domingos, carreras, clases, 
              todo igual. Mientras que en el sur se combatía, aquí 
              la mayoría de los habitantes estaban en otra, algo así 
              como que los acontecimientos correspondían a otros pueblos.
            Nunca 
              sabremos con exactitud los móviles que llevaron a la junta 
              militar a tomar la decisión de desembarcar en Malvinas. Una 
              hipótesis que puede considerarse aceptable pero insuficiente, 
              es que la acción armada se lleva a cabo en función 
              del descontento social reinante en especial en la clase trabajadora 
              que 72 hs. antes se movilizó hacia la casa de gobierno siendo 
              brutalmente reprimida por las fuerzas del orden.
            Ya 
              todos sabemos el desenlace final que tienen todas las guerras, que 
              no es otro que muerte y mas muerte. De esta llaga humana quiero 
              tan solo rescatar dos aspectos que estimo pueden evaluarse como 
              positivos: 1) Que nos dimos cuenta en carne propia como opera el 
              imperialismo colonialista asociado con la casa blanca 2) El valor 
              de los soldados que combatieron frente a uno de los ejércitos 
              más poderosos de la tierra, haciéndolo en inferioridad 
              de recursos bélicos (cuantitativa y cualitativamente hablando) 
              y sin la formación militar mas elemental.
            El 
              término soldados incluye también a los muy profesionales 
              e intrépidos aviadores que ofrendaron sus vidas en misiones 
              casi suicidas y a algunos oficiales que hicieron honor al mandato 
              sanmartiniano, como fue el caso del TENIENTE 1º TOTO ESTEVEZ.
            ¿Pero 
              quien fue Toto?. Al igual que el que escribe ambos nacimos en la 
              colorada tierra misionera. Fuimos además a la misma escuela. 
              Vivíamos en la calle San Lorenzo uno frente al otro. Largas 
              horas pasaba yo en su casa junto a su familia constituida por su 
              padre, madre y 5 hermanas mayores. 
            Por 
              aquellos tiempos, nadie iba a las salitas; ni al jardín; 
              ni al preescolar. Eran nuestros padres los que nos enseñaban 
              a leer, mucho antes de iniciar la escuela primaria y no como ahora 
              que se termina de aprender a leer en el 3er. o 4to. grado. Tampoco 
              teníamos internet ni la inseguridad de hoy día, por 
              eso nuestras amistades eran cara a cara sincera como la de los niños 
              de esos años, no había espacio para otra cuestión 
              que no sea gozar de nuestra etapa infantil. Nuestro desafío 
              era poder jugar, no importa con que cosa o juguete ni tampoco nos 
              desesperábamos por tener y exhibir a los restantes niños 
              que teníamos lo útio de lo último. Por ese 
              entonces, muchos de nuestros juguetes habían sido utilizados 
              por nuestros padres y/o abuelos y eran ellos nuestra herencia mas 
              preciada..
            Jugar 
              a la bolita, al hoyo, al cinco, a la mancha, a las escondidas, tener 
              el álbum de figuritas de los equipos de Buenos Aires, cuyas 
              formaciones conocíamos de memoria, jugar picados de fútbol 
              con pelotas Nº3 con tiento (luego las de goma), al trompo, 
              a la pandorga, construir diques de arena y arcilla en las cunetas, 
              ya mas grandecitos con ayuda de nuestros viejos hacer posible que 
              se disponga de un karting (así lo llamábamos) a un 
              carro de madera con engranajes de ruleman como ruedas, jugar a tarzán, 
              leer las revistas de superman y batman y la de los superhéroes 
              de la editorial Novaro de México y prestárnolas para 
              que todos pudiésemos disfrutar de su lectura o bajo las lluvias 
              torrenciales correr sobre los charcos de agua descalzos. No había 
              entre nosotros nada que nos dividiera os sentíamos todos 
              iguales a la hora de compartir los elementos, sin egoísmos, 
              sin envidias, sin preconceptos, sin desconfianza, no solo yo creo 
              que todos los chicos éramos sin duda FELICES EN NUESTRAS 
              VIDAS Y DE IGUAL MANERA EN NUESTROS JUEGOS, no había divorcio 
              alguno entre nuestra vida hogareña y la que compartíamos 
              con nuestros amiguitos.
            Por 
              ese entonces ya, el querido Toto se diferenciaba del resto por ser 
              aficionado sobre todo a dos cuestiones: ir a la catedral al grupo 
              parroquial (estábamos a 3 cuadras) y a jugar largas horas 
              a los soldaditos (tenía cientos), su mayor disfrute era armar 
              “teatro de operaciones” llenos de obstáculos 
              para las fuerzas, a su paso siempre aparecían montañitas 
              inaccesibles, selvas impenetrables, ciénagas, fortalezas 
              reforzadas, caminos quebradizos, es decir, todo lo que pudiera impedir 
              el avance de las tropas hasta los objetivos. Recuerdo que sorteábamos 
              la composición de los ejércitos y luego las armas 
              auxiliares, tanques, ametralladoras, morteros, etc. luego cada uno 
              ubicaba sus tropas conforme su parecer para iniciar la supuesta 
              guerra.
            Por 
              cierto con la luz que me daba mi cerebro intentaba hacerle frente 
              a las fuerzas de Toto, sin embargo no había táctica 
              ni estrategia que lo venciera, el ganaba los enfrentamientos a razón 
              de 5 x 1, siempre se aparecía con alguna novedad, a veces 
              ante tantas derrotas pensaba yo que lo ayudaba su padre, pero no 
              era así, siempre se destacaba en lo que mas le gustaba. Esas 
              derrotas y esos triunfos a ambos nos ponía bien, lo que mas 
              nos importaba era jugar hidalgamente sin trampas.
            No 
              existían a esa edad temas ideológicos que nos separasen 
              como creo que pasó con el correr de los años, en esos 
              momentos de comunión ya irrepetibles lo único que 
              nos interesaba era divertirnos y ser leales entre ambos.
            Pero 
              como todo lo bueno nada es eterno, la llegada al mundo de mi hermano 
              Carlos nos hace mudarnos a Buenos Aires. Cómo cambió 
              el mundo para mi de un día para otro. En los primeros tiempos 
              los pibes de la cuadra se reían porque yo salía a 
              la vereda en patas, allá en misiones solo usábamos 
              los sport para pasear todo lo demás lo hacíamos descalzos 
              y las burlas para nada maliciosas de los chicos del nuevo barrio, 
              me transportaban a diario a Posadas, sólo pensaba en Pedrito, 
              Ajó y siempre en Toto. Así pasaron los años 
              los caminos de la vida nos separaron pero los recuerdos aunque decayeron 
              jamás dieron lugar al olvido. 
            Pero 
              como los salmones, los provincianos siempre tendemos a volver a 
              nuestro terruño natal y es por eso que allá por los 
              años 90, tuve la imperiosa necesidad de reencontrarme con 
              mis afectos de la niñez volví tan solo para reencontrarme 
              con mis ex maestras de la Escuela Domingo Faustino Sarmiento y mis 
              amigos de la infancia. Volví a caminar por las mismas calles 
              que me vieron crecer y por las que transité en los años 
              60, pero la casa de Toto ya no era de Toto, allí estaba ahora 
              el consulado paraguayo, tampoco los hermanos Abalo ya no vivían 
              en la misma casa. Sólo pude encontrar al ahora contador Marcelo, 
              a quien siempre recordaba porque a él -unos años antes 
              que a mí. la vida le había obsequiado un hermanito 
              diferente que prácticamente vivía oculto, pero al 
              que yo conocí…un hermanito muy parecido a mi hermano 
              Carlos que fue la razón por la cual mi padre resolvió 
              que nos mudáramos a Buenos Aires.
            Bueno, 
              ya casi a la tardecita luego de pasar por las dos plazas mas importantes 
              de la ciudad, es que me dirigía para la vieja terminal de 
              ómnibus de Posadas. que antes parecía estar a varios 
              kilómetros de distancia, pero que ahora estaba ahí 
              nomas. Iba soñando despierto pero cansado de tanto caminar, 
              por lo cual, me detuve y procedí a sentarme en el banco de 
              una placita. Grande fue mi sorpresa cuando al girar la cabeza casi 
              atónito leo: “PLAZOLETA TENIENTE 1º TOTO ESTEVEZ”. 
              Me alegré en principio al leer su nombre pero inmediatamente 
              me di cuenta que seguramente ya no estaría con nosotros. 
              En unos segundos pasaron por mi mente miles de preguntas, una de 
              ellas me atrapó: ¿Habrá muerto Toto en Malvinas?,
              Sin mas le pregunté a unos parroquianos del lugar que había 
              pasado con la vida de Toto, enterándome en ese momento que 
              él como otros tantos misioneros había muerto en Malvinas 
              combatiendo como un héroe. ¡No esperaba menos de Toto!, 
              recordé nuestra infancia común y se me anudó 
              la garganta (como cuando escribo estas líneas) para luego 
              llorar como cuando éramos niños.
              
              Vuelto a Buenos Aires, busqué y busqué datos de la 
              familia Estévez hasta dar con el teléfono de una de 
              sus cinco hermanas. Con ella me enteré de gran parte de su 
              vida y como aconteció su heroica muerte en Malvinas.
            Por 
              su formación militar dogmática, los momentos de la 
              república que se vivían en los 70 y su catolicismo 
              ultramontano, de haber continuado nuestra relación posiblemente 
              hubiéramos discutido en términos políticos, 
              pero en el interior de nuestra alma creo que ambos seguiríamos 
              dispensándonos el cariño fraternal de siempre, eso 
              es lo que a mi 45 años después me importa. Porque 
              volviendo a Malvinas, al momento de la batalla de ponerle el pecho 
              a las balas, seguramente íbamos a hacer ambos la misma cosa 
              y defenderíamos el mismo sentir, pero fue su sangre misionera 
              y argentina la que regó el suelo malvinenses y no la mía, 
              yo estaba preocupado pero lejos del infierno, mientras él 
              perforado como un queso gruyere por el ataque británico ordenaba 
              a sus soldados la retirada, quedándose con todo el arsenal 
              disponible para afrontar su última batalla, la batalla que 
              lo ha inmortalizado mas allá de la muerte.
            Yo 
              que lo conocí un poco bastante podría agregar que 
              mientras su cuerpo lo abandonaba su alma estaba orgullosa y feliz. 
              Ël nació para vivir y morir como un soldado y asó 
              lo hizo. No como el General Menéndez Gobernador defacto de 
              las Islas, que ante la superioridad inglesa, no tuvo problema alguno 
              en rendirse ante las tropas imperiales sin disparar un solo tiro. 
              Qué distinto hubiera sido su recuerdo si hubiera entregado 
              su vida con honor en el campo de batalla, pero no fue así, 
              el General seguramente estaba aburguesado, acostumbrado por ese 
              entonces a realizar operativos descomunales para asesinar a supuestos 
              subversivos era mucho mas fácil y lo hacían en nombre 
              de la patria, incluso cuando como forajidos tomaban por asalto los 
              bienes de los caídos en desgracia.
            Por 
              eso y mucho mas, recuerdo con cariño a Toto mi amigo, quien 
              previendo quizás su irremediable destino, dejó una 
              carta post mortem para su padre, la que a continuación transcribo:
            CARTA 
              DEL TENIENTE 1º TOTO ESTEVEZ
              HÉROE DE MALVINAS, A SU PADRE 
            Querido 
              Papá:
            Cuando 
              recibas esta carta yo, ya estaré rindiendo mis acciones a 
              Dios Nuestro Señor. El, que sabe lo que hace, así 
              lo ha dispuesto: que muera en el cumplimiento de la misión. 
              Pero fijate vos ¡qué misión! ¿No es cierto? 
              
            ¿Te 
              acordas cuando era chico y hacía planes, diseñaba 
              vehículos y armas, todo destinado a recuperar las Islas Malvinas 
              y restaurar en ellas nuestra Soberanía? Dios, que es un Padre 
              Generoso, ha querido que éste, tu hijo, totalmente carente 
              de méritos, viva esta experiencia única deje su vida 
              en ofrenda a Nuestra Patria. Lo único que a todos quiero 
              pedirles es:
            1º) 
              Que restauren una sincera unidad en la familia bajo la Cruz de Cristo;
              2º) Que me recuerden con alegría y no que mi evocación 
              sea la apertura a la tristeza, y muy importante, 
              3º) Que recen por mí. 
            Papá, 
              hay cosas que, en un día cualquiera, no se dicen entre hombres 
              pero que hoy debo decírtelas:
            Gracias 
              por tenerte como modelo de bien nacido, gracias por creer en el 
              honor; gracias por tener tu apellido, gracias por ser católico, 
              argentino e hijo de sangre española, gracias por ser soldado, 
              gracias a Dios por ser como soy y que es el fruto de ese hogar donde 
              vos sos el pilar. Hasta el reencuentro, sí Dios lo permite.
            Un 
              fuerte abrazo. Dios y Patria o ¡”Muerte!".
            Roberto.
            
              En vísperas de un nuevo 2 de abril digo que recordar a Toto, 
              es recordar a todos los compatriotas que dieron su vida por la patria; 
              es recordar a los cientos de mutilados que volvieron al continente 
              escondidos por las fuerzas armadas; es recordar a los valerosos 
              aviadores fallecidos en combate cuya actuación es hoy estudiada 
              en las academias militares del mundo; es recordar a los que después 
              de volver fueron ya diferentes aunque no hayan participado en enfrentamientos 
              con el enemigo; es recordar a los que no pudieron soportar tanto 
              peso encima y se suicidaron y es recordar también a las madres 
              de los soldados que al igual que las madres de plaza de mayo, siguen 
              estando orgullosas de los hijos que parieron.
            LUIS 
              ALBERTO MELLO
              COORDINADOR BUENOS AIRES –CIUDAD KRYPTON DIGITAL.