a)
alejamiento de la desembocadura de los arroyos (ahora entubados)
por efecto de la realización de rellenos costeros.
b)
reducción de espacios verdes a través del siglo XX.
c)
construcción de estacionamientos subterráneos debajo
de espacios verdes públicos (eliminación de absorción).
d)
construcción indiscriminada; eliminación del “pulmón
de manzana” absorbente.
e)
construcción indiscriminada; torres con fundaciones a 40
m de profundidad; endicamiento de la napa freática.
f)
elevación del nivel de las calzadas por sucesivas repavimentaciones.
g)
barreras físicas entre zonas inundables y terrenos absorbentes;
paredones del ferrocarril.
h)
construcciones clandestinas sobre terrenos absorbentes: edificios
y playas de estacionamiento en el Hipódromo de Palermo.
Buenos
Aires se inunda ante cada lluvia copiosa. La ciudad colapsa y miles
de vehículos quedan imposibilitados de seguir su camino,
cientos quedan flotando, las cámaras transformadoras de corriente
eléctrica quedan anuladas, miles de vecinos quedan sin electricidad,
hay calles que se convierten en ríos. La ciudad se paraliza.
Los
funcionarios dicen que eso se debe a las maldades de la madre naturaleza,
a que los vecinos sacan la basura fuera de hora o que los adversarios
políticos se dedican a tapar lo sumideros para provocar el
caos. Por su parte, algunos de esos adversarios políticos
aventuran que el oficialismo no ha hecho todas las inversiones necesarias
en infraestructura y que no se ha cumplido con las megaobras proyectadas
para acabar con "el flagelo de las inundaciones".
La
realidad es que los vecinos y circunstanciales ocupantes de la ciudad
somos convidados de piedra ante un escenario preparado para que
se produzcan esas inundaciones. Los funcionarios y "los emprendedores"
inmobiliarios lo vienen preparando desde hace muchos años;
los vecinos, desde entonces, estamos tratando de pararlos.
En
los últimos 50/60 años las lluvias copiosas produjeron
desastres porque:
a)
se prolongó, hasta en casi 1.000 m de su lugar original (caso
Arroyo Maldonado), la desembocadura de los cinco arroyos que desaguan
sobre el Estuario del Plata. Los arroyos de llanura, como los que
atraviesan la Ciudad de Bs As, y que entubados han sido convertidos
en pluvioductos, tienen muy poca pendiente y por lo tanto poca velocidad
de escurrimiento. Si alegremente se prolonga su desembocadura con
rellenos sobre la costa, el escurrimiento de las aguas se retarda
sensiblemente (a mayor alejamiento de la costa original, mayor tiempo
de desagote de los conductos). La costa de la Ciudad ha sido rellenada
históricamente en una superficie que casi llega a los 40
Km cuadrados, con la consecuente prolongación de la desembocadura
de los arroyos que comentábamos anteriormente. Este tipo
de tareas continúa en la actualidad para ejecutar las obras
de ampliación del Aeroparque Jorge Newbery, ejecutadas de
facto y fuera de normativa.
La
red cloacal está colapsada desde hace más de veinte
(20) años y no existen plantas de tratamiento de efluentes;
los conductos de desagote pluvial que conducen hacia los arroyos
entubados, quienes finalmente desaguan en el estuario, transportan
también basura, líquidos cloacales y efluentes industriales
no tratados, ocupando una parte significativa de su sección
útil. Esto hace que no sólo se reduzca la posibilidad
de evacuación rápida de las aguas de lluvia, sino
que estos líquidos altamente contaminantes, descarguen "en
crudo" en nuestro ya poluído estuario.
b)
durante el siglo XX se redujo la cantidad de espacios verdes públicos
en más de 50 hectáreas. Esto, además de ser
un perjuicio directo a la población porque se le eliminó
la posibilidad de su disfrute, se constituyó en una sensible
pérdida de superficie absorbente. Al mismo tiempo, “la
puesta en valor” de más de cincuenta (50) plazas porteñas
entre 2005 y 2007, resultó en una disminución de aproximadamente
un 30% de su superficie absorbente debido a la construcción
de caminos y veredones de solado rígido que reemplazaron
a los antiguos senderos de granza (dislate que también contribuyó
a aumentar la temperatura ambiente).
En
el transcurso de los años 2008 y 2009 la actual administración
siguió impermeabilizando terrenos absorbentes (plazas públicas)
en zona inundable, como son los espacios verdes situados a lo largo
de Av Sarmiento, desde Plaza Italia hasta Av del Libertador.
c)
La ley Nº 469 -aprobada en el año 2000- estableció
la construcción de trece (13) playas de estacionamiento subterráneas
en diferentes plazas de la ciudad.
Las
leyes Nº 3.057 y Nº 3.058 -aprobadas en 2009- establecieron
la libre construcción según proyecto del contratista,
de playas de estacionamiento subterráneas casi en cualquier
lugar de la ciudad: cuarenta y dos (42) ubicaciones, entre ellas,
otras quince (15) plazas.
Esto
hace un total de veintiocho (28) plazas a impermeabilizar. La mayoría
están en la zona norte de la ciudad, la más atestada,
la que más se inunda.
Las
dos últimas inundaciones de la Ciudad de Buenos Aires (15
y 19 de febrero de 2010) han puesto en evidencia la gravedad de
la situación creada a través de los años por
-entre otras causas- esta sistemática eliminación
de superficies absorbentes que contribuían anteriormente
a contener las lluvias caídas.
d)
el auge de la construcción en propiedad horizontal, ya sea
entre medianeras o en edificios de perímetro libre (torres),
también eliminó la existencia de terrenos privados
absorbentes; se impermeabilizó la mayor parte de la entonces
superficie absorbente sobre predios privados con nuevas construcciones.
Los códigos indicaban la existencia de un "pulmón
de manzana absorbente"; esta obligación dejó
de existir en las zonas más densamente pobladas y desde hace
más de veinte (20) años se permite construir sobre
planta baja en cada parcela, perdiendo así el pulmón
de manzana, su condición permeable.
e)
se construyeron edificios en altura indiscriminadamente en casi
toda la ciudad, pero principalmente en las zonas cercanas a la costa
(Puerto Madero, microcentro, Retiro, Recoleta, Palermo, Belgrano,
Núñez). Las fundaciones de los edificios en altura
implican excavaciones de entre 30 y 40 m de profundidad que sobrepasan
largamente las dos primeras napas de agua. Es a través de
estas napas, que los terrenos aún absorbentes acumulan el
agua y la envían al estuario. La red de bases de hormigón
construidas constituye -subterráneamente- un verdadero dique
a la evacuación de las aguas de lluvia, retrasando y muchas
veces impidiendo el escurrimiento.
f)
por obra de sucesivas repavimentaciones, el nivel de las calzadas
ha sido elevado ostensiblemente. Las calles de la ciudad estaban
empedradas en un nivel por lo menos 20 cm por debajo de la vereda.
Las sucesivas pavimentaciones y repavimentaciones sobre el adoquinado
original ha invertido esa relación; las calles (salvo las
cunetas de hormigón) han quedado más altas que las
veredas, facilitando así la inundación inmediata de
estas. Esta situación está siendo profundizada aún
más en el barrio de Palermo Viejo (donde las inundaciones
superan el metro de agua) al estrechar y elevar las bocacalles de
muchas esquinas.
g)
existen barreras físicas, que separan zonas inundables de
terrenos absorbentes. Los largos y continuos paredones que rodean
los antiguos predios ferroviarios siguen existiendo, a pesar de
que su eliminación haría desaparecer una barrera física
entre el agua de las zonas inundadas y un gran sector de superficie
absorbente.
h)
se permitió desarrollar construcciones clandestinas en uno
de los más importantes lugares de absorción de aguas:
el Hipódromo Argentino de Palermo. Con motivo de la construcción
de más edificios para alojar máquinas tragamonedas,
se hizo una ampliación no permitida de 10.000 m2 cubiertos
con su correspondiente cochera subterránea. Además,
se impermeabilizó un importante sector del centro de la pista
con otra playa de estacionamiento asfaltada.
Todo
esto es sabido y reconocido por profesionales y técnicos
de diversa extracción, pero dirigentes políticos y
funcionarios aliados a los “inversores” de siempre,
siguen proponiendo megaobras de transporte, almacenamiento y evacuación
de aguas de lluvia (como el peligroso proyecto de los túneles
aliviadores del Maldonado) que significan gastos extraordinarios
-aún con endeudamiento externo- pero sin contemplar la posibilidad
de parar de construir, parar de impermeabilizar y proceder a ejecutar
proyectos vecinales como son los de generar nuevas tierras absorbentes
en los predios del dominio público del Estado Nacional dentro
de la ciudad (ferroviarios, militares, ex Mercado de Hacienda, etc.,
que suman más de 300 hectáreas), construir un lago
regulador sobre la ex playa ferroviaria de Palermo y declarar la
emergencia urbano ambiental.