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              Generalmente cuando de deportes se trata, la historia, casi siempre, 
              solo recuerda a los vencedores. Muy pocas veces –debido al 
              exitismo cultural que nos caracteriza- las crónicas periodísticas 
              se refieren a los “no triunfadores” y cuando ello ocurre 
              poco y nada se habla acerca del esfuerzo que durante años 
              debieron realizar para poder formar parte del grupo selecto con 
              alguna posibilidad de participar en una olimpiada. Este evento planetario 
              que se repite cada 4 años, quizás sea el único 
              momento de encuentro humano en el que por unos días todo 
              el mundo se congrega para ver a hombres y mujeres compitiendo sanamente 
              representando a todas las naciones de la tierra. 
            Como 
              en todas las épocas quienes eligen la práctica de 
              disciplinas no rentadas, como es el caso de las carreras de fondo, 
              nunca buscan recompensas materiales, sin embargo seguramente desde 
              niños sueñan con poder participar en el evento deportivo 
              más importante organizado por el hombre y cuando lo logran, 
              la mayor gloria sin duda poder disputar la carrera considerada la 
              madre de todas las batallas: “el maratón” que 
              es la prueba atlética que cierra todas las olimpíadas 
              y que evoca a los mensajeros de la antigua Grecia. 
            Pero 
              son pocos los elegidos que pueden tener este privilegio porque previamente 
              hay que transitar un camino arduo y trabajoso lleno de sacrificios 
              y este fue el caso de nuestro atleta Reinaldo Berto Gorno, al que 
              intentamos rendirle un humilde homenaje para que en su persona se 
              recuerde a miles y miles de entusiastas atletas anónimos 
              que cotidianamente intentan superarse más allá de 
              los resultados obtenidos, porque el desafío del esfuerzo 
              representa en sí una verdadera victoria. 
            Es 
              por ello, que la figura del “Ñandú Correntino” 
              debe salir del injusto ostracismo en el que el exitismo nacional 
              lo ubica. Pareciera que solo gozan de la buena prensa los que llegan 
              a lo más alto del podio marginando del recuerdo colectivo 
              a titanes como Reinaldo Gorno, quien pese a haber sido el compatriota 
              que lograra la última medalla de plata olímpica para 
              el atletismo nacional, lamentablemente no ocupa el honroso sitial 
              que le corresponde. 
            Posiblemente 
              esto suceda porque Reinaldo Gorno ha sido coetáneo de otros 
              ilustres deportistas que brillaron en la misma prueba que lo llevara 
              a la consideración mundial, pero que tuvieron la fortuna 
              de ganar la medalla de oro, a saber: Juan Carlos Zabala en los juegos 
              olímpicos de Los Ángeles 1932 y luego Delfo Cabrera 
              en Londres e1948 (casualmente la sede de las olimpiadas 2012).  
            La 
              prueba que inmortalizó a Reinaldo Gorno se desarrolló 
              en un circuito que recorría la periferia de la Ciudad de 
              Helsinski y que como todos los maratones comenzaba y finalizaba 
              en el estadio olímpico. Esta prueba fue muy importante en 
              la historia del atletismo mundial pues el que arribó primero 
              a la meta luego de 42.195 metros fue el legendario corredor Checoslovaco 
              Emil Zapotek apodado “la locomotora humana” que hasta 
              nuestros días es considerado como el más grande corredor 
              olímpico en pruebas de semifondo de todos los tiempos y que 
              en esta olimpiada hizo suyo también el maratón, teniendo 
              el honor de escoltarlo a la edad de 33 años nuestro corredor 
              correntino quien cruzara la meta 2minutos y 31 segundos después 
              del vencedor, recorriendo el circuito en 2 horas, 25 minutos y 35 
              segundos y estableciendo en dicha oportunidad un nuevo récord 
              nacional para la distancia. 
            Y 
              para que la hazaña sea considerada en su real dimensión, 
              cabría mencionar que el 6to. puesto le correspondió 
              al también argentino y ganador de la maratón de Londres 
              1948, el recordado Delfo Cabrera, según lo podemos verificar 
              en el cartel olímpico que se acompaña. 
            Pero 
              como decíamos en párrafos anteriores, el objetivo 
              de esta nota simplemente es rendirle un simple homenaje a Reinaldo 
              Gorno, no solo al reconocido deportista sino también al hombre 
              que ha sido un ejemplo de vida y al cual podemos considerarlo un 
              santo…porque santo no es el que hace milagros sino es aquél 
              que se traza un objetivo noble en la vida y lo cumple hasta el día 
              de su partida siempre con armas dignas y sin propósitos subalternos 
              y este es su caso. A tal punto, llegó su compromiso con el 
              deporte que moldeara su vida que su trágica desaparición 
              física lo encuentra trabajando activamente, pese a ser ya 
              casi octogenario, en actividades vinculadas con el atletismo. 
            Nuestro 
              campeón nació el 18 de junio de 1918 en el seno de 
              una familia de origen italiano, en la misma tierra del libertador 
              General José de San Martín, en el pintoresco pueblo 
              de Yapeyú, sito en la “República de Corrientes”. 
              Fue uno de los 11 hermanos del matrimonio Gorno y su adolescencia 
              la pasó en la Provincia de Entre Ríos, para luego 
              -como el que suscribe esta nota- radicarse definitivamente en Buenos 
              Aires, ciudad en la que desarrolló su actividad laboral y 
              al propio tiempo se dedicó al atletismo, especializándose 
              en las carreras de largo aliento. 
            Como 
              dijéramos en párrafos anteriores, el camino que conduce 
              a una medalla olímpica se apoya en el esfuerzo cotidiano 
              y no surge como consecuencia de un golpe azaroso. Mucho antes Reinaldo 
              Gorno recorrió todos los peldaños que exige transitar 
              la disciplina obteniendo títulos nacionales y sudamericanos, 
              en una década en la que comparte los primeros planos con 
              otras 2 grandes fondistas: Raúl Ibarra y Delfo Cabrera. 
            La 
              hazaña de Reinaldo Gorno en Helsinski 1952 puede considerarse 
              descomunal pues recién compite por primera vez en la prueba 
              de los 42 km. a los 32 años, es decir, tan solo 1 año 
              antes de su participación en las olimpiada, obteniendo la 
              2da. Posición detrás de Delfo Cabrera en el campeonato 
              sudamericano de 1951 disputado en Buenos Aires. Alentado por este 
              resultado el atleta correntino disputa en marzo de 1952 la prueba 
              selectiva para las olimpiadas, quedando nuevamente 2º detrás 
              de Delfo Cabrera pero en una competencia de medio maratón 
              que habilita a ambos corredores para participar en los juegos. 
            ¿Pero 
              quién fue el vencedor de nuestro héroe nacional en 
              Helsinski 1952?. Como ya lo expresáramos, fue ni más 
              ni menos que Emil Zatopek, quien brillara en varias olimpiadas en 
              las pruebas de semifondo y que fuera ganador además en la 
              misma olimpiada de los 5.000 y 10.000 metros, para luego emprender 
              el desafío del maratón con éxito, algo que 
              ningún mortal lo pudo repetir hasta nuestros días. 
            Con 
              respecto a la carrera que consagró a nuestro representante 
              como medallista de plata, digamos que el triunfador ganó 
              la prueba de punta a punta y que nuestro paisano con un planteo 
              inteligente fue remontando posiciones a partir del 2º tramo 
              de la carrera pasando del 4º lugar al 3º logrando alcanzar 
              el 2º puesto pocos metros antes de la sentencia final, actuación 
              ésta que lo consagrara en el firmamento internacional. Otra 
              particularidad que tuvo el maratón de 1952 fue que los atletas 
              que ocuparon las dos primeras posiciones en la prueba superaban 
              los 30 años edad en la que hoy día pueden ser considerados 
              ya como “veteranos”.  
            Merced 
              a esta gran actuación a Reinaldo Gorno se le abren muchas 
              puertas en el continente europeo pudiendo competir con la elite 
              del atletismo mundial, para lo cual, debe radicarse en la hermosa 
              ciudad de Viena junto a su coatch, logrando en el año 1953 
              el maratón de Dornbirn, en una jornada muy fría y 
              ventosa, en la que marca 2h 33m 08s. Al año siguiente tuvo 
              otra notable actuación al dominar el maratón organizado 
              por el diario Ashai Shimbun en Nakamura (Japón) donde su 
              registro fue de 2h 24m 55s, nuevo récord sudamericano para 
              la época.  
            Esta 
              prueba fue recordada porque fue la primera oportunidad en que los 
              organizadores permitieron la inscripción de corredores extranjeros, 
              teniendo el honor de inscribir su nombre como vencedor de esta maratón 
              que luego fuera ganada por recordistas mundiales como Derek Clayton, 
              Robert De Castella, y al último campeón olímpico 
              Sammy Wanjiiru. 
            En 
              el año 1954 Reinaldo Gorno obtiene el maratón de Enschede 
              (Holanda) con 2h 26m3 3s, aventajando por un segundo a su compañero 
              de entrenamientos, Osvaldo Suárez (otro notable corredor 
              nacional). También en el año 1954 logra el 4º 
              puesto en la multitudinaria maratón de Boston con 2h 20m 
              58s (pero con una distancia un poco inferior a la reglamentaria). 
              Sin duda este año fue un hito muy importante en la vida del 
              corredor correntino pues fue también el de su retiro de la 
              práctica activa del atletismo mundial. 
            Lejos 
              ya de las pistas y con un atletismo que ya no recibe el apoyo oficial 
              que le dispensaba el peronismo, nuestro medallista olímpico 
              vuelve a sus quehaceres cotidianos haciendo trabajos de plomería 
              y al propio tiempo dedicándose a formar nuevas promesas nacionales. 
            Cuentan 
              que al inicio de la década del 80 y a instancias de una firma 
              de calzados deportivos se produjo el emocionado reencuentro del 
              monstruo del atletismo mundial Emil Zapotek con nuestro baluarte 
              nacional que tan dignamente lo escoltara en Helsinski 1952. 
            A 
              los 76 años en el año 1994 mientras trabajaba como 
              instructor deportivo en el Polideportivo de Quilmes, que hoy lleva 
              su nombre, un grupo de delincuentes lo asaltó, falleciendo 
              en la clínica donde se hallaba internado 15 días después. 
            Pero 
              Reinaldo sigue vivo, porque sólo el olvido mata a los hombres… 
              LUIS ALBERTO MELLO 
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