Recuerdo que en mi niñez posadeña, allá por
el trienio 1963/65, durante una de las tantas restauraciones democráticas
producidas en el país, la celebración del 25 de mayo
constituía todo un evento social que era esperado y compartido
por todas las clases sociales. El pueblo misionero casi sin excepción
concurría ataviado como para ir a misa y llevando en sus
ropas la escarapela blanca y celeste.
Con
el correr de los años y como consecuencia de la proscripción
del partido mayoritario y la serie de asonadas y golpes militares
que se sucedieron, aquella comunión entre la el hombre común
y las fuerzas armadas se fue con justa causa diluyendo porque el
supuesto ejército sanmartiniano aparte de trasnacionalizar
la economía llegó incluso hasta cometer los crímenes
de lesa humanidad más aberrantes.
A partir
de allí y hasta no hace mucho tiempo, ese divorcio continuó
vigente pese a que las nuevas camadas militares poco y nada tienen
ya de las costumbres patricias y represoras de sus antecesores.
Este
milagro de incipiente reconciliación con los integrantes
de las fuerzas armadas, posiblemente se está haciendo posible
a partir del retiro de los cuadros en el Colegio Militar de los
presidentes de facto de la última dictadura militar, la anulación
de la ley de obediencia debida y punto final, así como, el
desarrollo de los juicios que se estan llevando a cabo a los represores
violadores de los ddhh, que se realizan con todas las garantías
de la ley, esa misma ley que miles de personas desaparecidas no
pudieron tener y de las cuales no se conoce aún su destino
final.
Otro
de los sucesos más próximos que de algún modo
creo que han contribuido al reencuentro han sido la fecunda y solidaria
tarea desarrollada por las FFAA en las recientes inundaciones y
su presencia inesperada en las cercanías de la Plaza de Mayo
el sábado último, brindando a los concurrentes un
caliente mate cocido, por cierto impensado hace un par de años
atrás.
Esta
larga introducción la he realizado para que tengamos plena
conciencia que los movimientos políticos liberadores que
trabajan en favor de las mayorías y por las felicidad de
sus pueblos, necesariamente deben incorporar a las fuerzas armadas
al proyecto de nación y ponerlas institucionalmente al servicio
de las políticas emanadas del poder constitucional vigente.
Afortunadamente
tengo la suerte de vivir a pocas cuadras de la Plaza de Mayo. La
histórica Plaza de la Victoria, la misma que hace 203 años,
aunque en forma embrionaria creo, fue testigo del inicio de la emancipación
nacional.
Esta
proximidad geográfica con la Plaza me permitió dirigirme
hacia ella caminando y esto hizo posible una vez más, reencontrarme
con la calidez popular, con familias enteras, en su mayoría
humildes pero con sus rostros felices, sin crispación, sin
odios de clase, con banderas celestes y blancas muchos y otros tantos,
identificados con los colores de las organizaciones donde militan,
provistos de las cuestionadas pecheras, que en este caso, aludían
también al terruño de origen de los participantes
que portaban además estandartes y pancartas con alusiones
pro positivas.
¿Pero
cuantos micros vinieron?. Estimo que quizás llegaron hasta
la CABA alrededor de 1000 colectivos provenientes de los 4 puntos
cardinales del país.
Mientras
circulaba, meditaba acerca de la afirmación aquella que los
medios periodísticos dominantes tratan de instalar en la
opinión pública a través de slogans tales como:
“que los concurrentes vienen a la plaza por el choripán
y la coca o que el aparato estatal moviliza a sus militantes utilizando
grandes sumas de dinero que lo pagamos todos” y que por tal
circunstancia, a veces los actos oficialistas concentran buena cantidad
de personas.
Estos
sectores que hace más de 3 años bloquean la vigencia
integral de la ley de medios audiovisuales, se refieren también
muy sueltos de lengua sobre el famoso clientelismo peronista y las
supuestas represalias que los punteros descargan sobre los hombres
y mujeres que no quieren participar de la movida.
Ahora
bien, como la “prensa libre” siempre hace referencia
a la masividad de las convocatorias (hechas vedadamente primero
y luego a cara descubierta por los intereses contrarios al modelo
político vigente), debo admitir que entré en su remanida
y perversa lógica, pues mi cerebro realizaba elementales
cuentas para determinar aproximadamente la cantidad de hermanas
y hermanos, humildes en su mayoría, potencialmente trasladados
como “ganado” en los micros.
Como
pocas veces antes pude verificar que un sinnúmero de vehículos
se hallaban estacionados en las Avenidas Entre Ríos, Belgrano
e Independencia y otras calles laterales, en razón de encontrarse
realizando las obras del “Metrobús del Sur” en
la Av. 9 de Julio.
A vuelo
de pájaro entonces, estimé que unos 1000 micros, con
60 asientos, habrían transportado hasta esta ciudad a unas
60000 personas desde todas las latitudes, pero no tenía conciencia
acabada de la cantidad de personas asistentes.
Recién
al llegar de vuelta a mi domicilio leí por internet que tanto
Télam como la prensa opositora (ella un poco menos), había
estimado que la concurrencia al acto orillaba en las 700.000 personas,
con lo cual, habrían unos 640.000 asistentes que fueron en
forma individual o acompañando a sus organizaciones sociales,
políticas, gremiales, estudiantiles, etc. argentinos que
lo hicieron en absoluta libertad y sin presión oficial alguna.
Otro
dato que ya se evidenció tras la muerte del ex presidente
NCK, fue la masiva participación de la juventud y de muchísimos
grupos familiares.
A tal
punto esto fue así, que tuve la suerte de reencontrarme en
las cercanías de la Plaza con los integrantes de la familia
de mi primo Cacho que vive en Rosario, que se encontraba allí
con su señora Patricia y su adolescente hijo, quienes precisamente
llegaron a Buenos Aires, en uno de los tantos micros procedentes
del interior del país y junto a las huestes de la JP Evita.
Cacho,
ya no es un niño tiene 63 años. Es un viejo militante
de los años 60/70 que sufriera prisión durante las
dictaduras previas y posteriores a la llegada del tío Cámpora
al poder. Ya peina canas que las disimula rapando su cabellera.
Aparte
de la alegría del reencuentro me comentaba Cacho acerca de
la importancia que tiene para mucha gente de su generación
y para los jóvenes más aún, el hecho de poder
participar este tipo de convocatorias patrias, que ciertamente no
son laxas políticamente, pero que de algún modo como
en esta ocasión hacen visible a millones de compatriotas
que comparten esta esperanza colectiva y que vislumbra un futuro
con luces y algunas sombras, pero que caprichosamente su existencia
esta olvidada por los medios hegemónicos y sus socios de
la multipartidaria oposición.
Tuve
también ocasión de dialogar con muchas otras personas
“comunes y anónimas” y todas ellas coincidían
que en estos 10 años de kirchnerismo, las fiestas patrias
lentamente fueron ocupando en la conciencia colectiva el sitial
que les corresponde, como por ejemplo: el día de la bandera,
el de la vuelta de obligado y otras que recuerdan a los padres de
la patria.
No
se conocieron pese a lo masivo del evento, riñas, peleas,
robos, violencia entre sectores que apoyan al gobierno, ni entre
representantes de agrupaciones sindicales históricamente
enfrentadas, ni tampoco se apreció el despliegue de fuerzas
de seguridad, más allá de las necesarias para garantizar
el desarrollo de las actividades programadas, considerando la presencia
de la presidenta de la Nación, funcionarios e invitados especiales.
Toda
la jornada fue un ejemplo de civilidad, sin agravios para los que
por su acérrima oposición al gobierno nacional jamás
compartirían un espacio físico ni harían gala
de tolerancia alguna con los militantes que apoyan la Korrupción
Kristinista K...
Dicen
que el día sábado los vendedores de sándwiches,
gaseosas y choripanes se hicieron la América. Dicen que el
domingo Lanata tuvo más audiencia que el Fútbol para
Todos.
Hoy
ya está finalizando el día lunes, momento en el que
escribo estas líneas. Para los medios hegemónicos
pareciera que esas 700.000 almas que fueron a la Plaza de Mayo,
ya forman parte de un triste recuerdo, diría que para ellos
ya se encuentran en el olvido, al igual que el aumento del 35% otorgado
en la asignación universal por hijo y/o para embarazadas,
así como, el aumento de las asignaciones familiares.
Ningún
bien nacido debe apañar los supuestos nichos de corrupción
estatales ni tampoco acompañar a los predicadores del desencanto,
que lo único que hacen es promover solapadamente la defensa
de sus intereses, invocando nobles causas republicanas que ellos
mismos jamás han respetado.
Posiblemente
por la existencia de estos profetas de la Corpo, no pudimos celebrar
"UN 25 DE MAYO ENTRE TODAS Y TODOS LOS ARGENTINOS”.
Por
suerte a esta fiesta popular no se la ha identificado como 25M…
Luis
Alberto Mello
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