Como
en mi juventud formé parte del espacio de la esperanza más
maravillosa de los años 70, es que he guardado silencio hasta
el presente, para escuchar y/o leer de la propia boca o la propia
mano del sacerdote Francisco Yolic, si confirmaba o desmentía
las denuncias contra el ex Cardenal Bergoglio promovidas periodísticamente
por el que fuera compañero de militancia y 2º Jefe de
la inteligencia Montonera, siempre muy predispuesto a atacar el
culto católico.
La jerarquía de la iglesia católica Argentina debe
que hacer un “mea culpa” por su complicidad con los
procesistas, quizás esta institución deba hacerlo
con más elocuencia pues predica valores doctrinarios que
fueron olvidados durante esa larga noche de la dictadura.
Sin
embargo, está pendiente todavía que lo haga la institución
militar, sacando paralelamente a la luz los archivos secretos de
la época para que de una vez por todas, termine el calvario
de miles de familiares y amigos de las personas desaparecidas y
se conozca fehacientemente, cual fue el destino final de cada una
de ellas. Por cierto, que no ha sido suficiente las disculpas oportunamente
pedidas por el General Balza.
El
mismo gesto lo debería realizar el empresariado nacional
y foráneo que llenó sus arcas durante el proceso y
no lo ha hecho nunca. Esta corporación de intereses, lamentablemente
hasta el presente continúa gozando de muchas prebendas que
deberían haber sido erradicadas hace tiempo ya.
Que
decir de los burócratas sindicales, muchos de ellos pro golpistas
y durante la dictadura delatores de sus propios compañeros,
que luego amasaron fortunas insospechadas, haciendo poco honor a
lo que representa la figura de un sindicalista ungido por sus bases.
También
esa disculpa la debería formular la clase política
que colaboró con la dictadura nutriéndola de interventores,
intendentes, embajadores, etc, y que luego ya en democracia ocupó
cargos electivos en las instituciones de la república, impidiendo
que se lleven a cabo los juicios a militares sospechados de genocidas,
realidad que se consumó recién después de 30
años con la asunción del kirchnerismo.
Hablando
de la clase política de los albores de la reencausada democracia
Argentina, vaya entonces nuestro recuerdo y reconocimiento al diputado
democristiano Augusto Conte, quien fuera padre de un desaparecido
y uno de los pocos, que puso su banca al servicio de la causa de
los DDHH.
El
pobre Augusto, decepcionado de sus pares de la política y
acosado por su conciencia que no pudo resistir el fracaso de su
trabajo legislativo en una casi absoluta soledad, previa crisis
emocional que le afectara su salud, se quitó la vida.
Y traigo
a colación los esfuerzos del socialcristiano Augusto Conte,
porque la iglesia esta conformada por distintos niveles y la jerarquía
eclesiástica es una ínfima minoría, el grueso
de su grey en silencio hizo lo indecible para salvar vidas, sin
importarle la ideología de los caídos en desgracia,
valga como ejemplo los párrocos y monjas de la iglesia de
la Santa Cruz, donde se congregaban declarados anticlericales.
Y dado
que sobre la figura de Bergoglio pesa una acusación o sospecha
de haber sido colaboracionista o de haber tenido vinculaciones con
los máximos responsables del proceso, es que digo que hay
muchísimos casos que pueden dar fe de su solidaridad, tal
cual, lo afirman por ejemplo el sacerdote español José
Caravias quien recientemente ha manifestado que el hoy Papa evitó
que lo matara la dictadura y el ex activista de la izquierda uruguaya
Gustavo Mosca quien ha manifestado que gracias a la intervención
del ahora Papa pudo salir del país cuando los militares lo
perseguían.
Recuerda Mosca que Francisco lo llevó una noche en un coche
hasta un convento jesuita sito a 30 kilómetros de Buenos
Aires, quedándose escondido allí durante unos días.
Después fue el propio Bergoglio que ideó un escape
del país vía Paraguay para mandarlo finalmente al
Brasil, en donde se pasó unos meses guarecido en una casa
jesuita, hasta que finalmente se le reconociera el status de refugiado
por las Naciones Unidas, hasta recalar finalmente en Europa.
Pero
volviendo al párrafo inicial de esta nota, no quiero olvidar
a los miles de compañeros que regaron con su sangre nuestra
tierra, luchando por un mundo mejor ni tampoco que mientras esto
sucedía, quien habitualmente hace las veces de inquisidor
de la iglesia mayoritaria del país, gozaba al menos de la
protección de la Aeronáutica, pues ingresaba sin problemas
a sus instalaciones para consultar material bibliográfico
e incluso prologaba libros de hombres de la fuerza durante el proceso.
Nadie,
incluso yo que era un perejil como muchos llaman a los jóvenes
que abrazamos la causa de la liberación con amor, desconocíamos
quien era y que funciones cumplía "EL PERRO". Un
excelente periodista, siempre bien informado, diría yo por
varios bandos y seguramente respondiendo a algún servicio
de inteligencia extranjero asociado con los amos del mundo.
Por
eso vaya la felicitación para la compañera Presidenta
Cristina Fernández de Kirchner, que sabe separar la paja
del trigo. Este ensañamiento para con la figura del hoy Francisco
I, sucede cuando algunos cuadros políticos interpretan que
los que no piensan a rajatabla como nosotros, automáticamente
pasan a ser nuestros enemigos, como se lo ha calificado a Bergoglio
en más de una oportunidad.
Estas
campañas de inteligencia montadas que recuerdan a los años
de la guerra fría, nacen en este caso de una brillante pluma
que algún día tendrá que dar explicaciones
acerca de porque gozaba de tanta impunidad en los años del
terror, cuando otros miles de sus compañeros sufrían
persecución, cárcel y muerte y además como
es que salió del país como pancho por su casa para
Lima y cual ha sido su función en el Perú como integrante
de la organización.
Por
todo lo expresado precedentemente, te pedimos perdón Jorge
Bergoglio y esperamos ahora que fuiste consagrado Papa que te parezcas
en mucho a Juan XXIII, de tal modo nos darás la misma alegría
y sorpresa que tuviéramos con el ya desaparecido compañero
NCK en el año 2003.
DECLARACIONES
DEL SACERDOTE FRANCISCO YOLIC:
Telam:
Francisco Jalics ratificó que Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco
no los denunció ante la junta militar.
Francisco
Jalics, uno de los dos jesuitas secuestrados durante la última
dictadura militar argentina (1976-1983), aseguró hoy que
el papa Francisco, el argentino Jorge Bergoglio, no lo denunció
ante la junta militar.
"Estos
son los hechos: Orlando Yorio y yo no fuimos denunciados por Bergoglio",
afirmó Jalics en un comunicado publicado en la página
web de los jesuitas en Alemania.
Poco
después de la elección de Bergoglio como papa surgieron
informaciones que apuntaban a que éste no ayudó lo
suficiente a Jalics y Yorio, que formaban parte de su congregación
y que fueron secuestrados y torturados en 1976.
En
1976, Bergoglio era el superior provincial de los jesuitas en la
Argentina y los curas secuestrados -que fueron liberados meses después-
pertenecían a su orden.
Según
Jalics, que actualmente vive en una casa espiritual en Alta Franconia,
en Baviera, es falso suponer que su secuestro y el de Yorio "se
produjeron por iniciativa del padre Bergoglio".
"Antes
me inclinaba por la idea de que habíamos sido víctimas
de una denuncia. Pero a fines de los 90, después de numerosas
conversaciones, me quedó claro que esa suposición
era infundada", añadió el jesuita.
Jalics
aclaró además que Yorio y él fueron secuestrados
por su conexión con una catequista que primero trabajó
junto a ellos y "luego ingresó en la guerrilla".
"Durante
nueve meses no la vimos más, pero dos o tres días
después de su detención también fuimos detenidos.
El oficial que me interrogó me pidió los documentos.
Cuando vio que había nacido en Budapest creyó que
era un espía ruso", indicó.
"En
la congregación jesuita argentina y en círculos católicos
se extendieron en los años previos informaciones falsas que
indicaban que nos habíamos mudado a los barrios carenciados
porque pertenecíamos a la guerrilla. Pero ese no era el caso.
Supongo que estos rumores fueron motivados por el hecho de que no
fuimos liberados inmediatamente", añadió.
Tras
el cónclave en el que Bergoglio resultó electo, Jalics
había publicado un comunicado que tuvo diversas interpretaciones.
"No puedo juzgar el papel de Bergoglio en estos sucesos",
escribió en ese texto.
El
Vaticano rechazó las acusaciones respecto al comportamiento
del papa Francisco durante la última dictadura y Jalics,
en sus primeras declaraciones, reconoció que no fue hasta
años después de su liberación y de haber dejado
Argentina cuando habló sobre lo sucedido con el arzobispo
de Buenos Aires.
"Después
celebramos juntos una misa y nos abrazamos solemnemente. Yo me he
reconciliado con lo sucedido y considero, por lo menos por mi parte,
el asunto cerrado", aseguró sobre su secuestro durante
la dictadura militar en 1976.
Los
cuestionamientos al nuevo papa se centraron en la acusación
de no haber ayudado a los dos jesuitas. El propio Bergoglio declaró
haberles advertido de los peligros y haber intentado interceder
por ellos ante la junta militar, pero sin éxito.
Yorio
murió hace unos años, mientras que Jalics vive en
una casa espiritual en Alta Franconia. Según su orden, actualmente
se encuentra en Hungría.
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