Con la irrupción masiva del neoliberalismo durante las décadas de los años 80 y 90 se proliferan por el mundo emprendimientos mineros no tradicionales que utilizan técnicas extractivas nocivas para el medio ambiente de los países que le abrieron sus puertas, para sus poblaciones actuales y para las futuras generaciones que paulatinamente deben emigrar de sus territorios ancestrales como consecuencia de la contaminación que produce por ejemplo la extracción a cielo abierto.
Durante la gestión menemista se produce el famoso pacto entre radicales y peronistas cuyo objetivo primario fue impedir la reelección presidencial eternamente, a cambio de ello, la oposición durante la reforma constitucional de 1994, debió aceptar algunas contraprestaciones que exigió el oficialismo y una de ellas fue presentada como una conquista del federalismo al devolverle a las provincias la facultad de volver a ejercer su soberanía sobre sus subsuelos.
Y esto no fue una casualidad ya que desde un lustro casi ya operaban en el país empresas trasnacionales como “Minera La Lumbrera” y la “Barry Gold Corporation” ambas especializadas en la extracción de oro y algunos otros minerales.
Estas concesiones que fueron otorgadas en condiciones leoninas posiblemente por las suculentas dádivas y coimas que habitualmente distribuyen estos emporios entre los funcionarios de los estados, no solo las liberaban y liberan todavía del pago de tributos, sino que también mediante un mecanismo perverso son acreedoras de reintegros a las exportaciones que se llevan de nuestro subsuelo y por supuestos las millonarias rentas que genera fundamentalmente el método de extracción no convencional.
Todo el mundo sabe que las condiciones de seguridad y los controles que supuestamente se ejercen son laxos, que las empresas son un verdadero enclave extraterritorial en nuestro país y que los elementos físicos y químicos que se utilizan para separar el oro de las rocas montañosas son altamente contaminantes por su propia esencia, por lo cual, nunca se está exento de que se produzcan filtraciones, roturas o situaciones de fuerza mayor incontrolables humana y técnicamente que pueden ocasionar daños al medio ambiente y a la salud humana irreparables.
Es el caso del sonado caso del vertido furtivo de agua con cianuro que se produjera en el Veladero de la Barrick Gold en San Juan, que ocasiona y ocasionó la contaminación del río Jáchal, invadido de metales pesados peligrosos como el arsénico, aluminio, manganeso, boro, cloruros y sulfatos varios.
Luego de varios días lo que fue un minúsculo problema conforme lo informado por la empresa multinacional, se fue transformando en un gravísimo caso de contaminación que fue conocido gracias a las organizaciones que luchan por erradicar este tipo de emprendimientos y las redes sociales, que rompieron el blindaje mediático que tienen este tipo de noticias en la prensa concentrada.
Y fue justamente con un medio alternativo (WhatsApp), que se viralizó luego por las redes sociales, que se supo que en la noche del pasado domingo 13 de septiembre se vertieron unos 15.000 litros de agua cianurada en los afluentes del río Jáchal.
Por supuesto en forma inmediata el intendente de la localidad Jorge Barifusa (FPV), convocó a Saúl Zeballos un vecino reconocido de la ciudad de San José de Jáchal para que conformara un comité de crisis, que trabajara en estrecho contacto con los técnicos de la UNCUYO para monitorear el problema.
Pero como las sospechas se fueron tornando en realidades, la propia Barrick Gold de capitales canadienses, primero admite que en verdad no fueron 15.000 sino 224.000 los litros que se escaparon a los cauces naturales, para confirmarse oficialmente más tarde que los litros derramados fueron más de 1.000.000.
En ese entretiempo, desde organismos oficiales provinciales y los sectores mediáticos que sirven a los intereses de las mineras, trataron de demostrar que no había cianuro en las aguas del río Jáchal
Sin embargo en la fecha se conoció que por pedido de la Municipalidad local, el laboratorio de Análisis Instrumental de la Facultad de Ingeniería de la UNCuYO había elaborado un informe que confirmaba la existencia de metales en el agua de los afluentes del río Jáchal, con muestras tomadas al día siguiente del siniestro.
También se tomaron muestras de agua en el curso de los ríos Potrerillos, Las Taguas, Blanco y el mismo Jáchal, a la altura del puente de Angualasto, y finalmente en los diques Cuesta del Viento y Pachimoco.
Los metales que aparecen en el informe son:
Manganeso:
Se detectaron 1,48 miligramos por litro (mg/l), siendo el promedio histórico en ese punto del río La Palca: 0,25 mg/l de agua, que ya es nocivo pues el valor máximo tolerado por la ley nacional para riego y consumo animal es de 0,2 mg/l de manganeso.
Aluminio:
Se verificaron 70 miligramos por litro de agua (mg/l) y el máximo tolerable por norma nacional de residuos peligrosos destinada para riego y consumo animal es de 5 miligramos por litro.
También pero en menor medida se detectaron en el agua mercurio, cobre y zinc.
Un párrafo aparte merece la evaluación que se hizo de las muestras que se tomaron de una fuente de agua para consumo humano en el pueblo Mogna, ubicado a 50 kilómetros de San José de Jáchal, en el camino hacia la ciudad de San Juan. Allí se encontraron metales en el agua que hacen que ese líquido ya no sea apto para el consumo de los habitantes del lugar.
Boro: 6 mg/l (límite máximo aceptado: 0,5 mg/l).
Cloruros: 740 mg/l (límite máximo aceptado: 400 mg/l).
Sulfatos: 540 mg/l (límite máximo aceptado: 350 mg/l).
Arsénico: 0,069 mg/l (límite máximo aceptado: 0,010 mg/l).
Lo que pasa en Mogna puede transformase en un caso testigo como una consecuencia histórica de la acumulación contaminante de la actividad minera a gran escala, como la que se produce en Veladero, ya en el 2007 se dispuso la provisión de agua potable a través de un acueducto para no tomar agua del río principal de la región.
Otro dato preocupante es la aparición de la bacteria Escherichia coli, que se detecta en efluentes cloacales, lo que hace presumir que también se está vertiendo este tipo de líquidos en la zona más alta de los ríos.
Y muchos se preguntarán que tendrán que ver estos sucesos con los que habitamos en la CABA, pues bien ya hay informes que lentamente la cuenca del Plata está recibiendo en sus aguas todos estos elementos que ya están a la vuelta de la esquina, si no hacemos algo, mañana ya será tarde.
Y como dice Atahualpa Yupanki: “La contaminación es nuestra, la guita de los de afuera (Brrick Gold)”.
02-10-2015 Luis Alberto Mello
Coordinador Buenos Aires - Ciudad Krypton Digital. |