MI
AMIGO “TOTO” ESTÉVEZ
En
el devenir de nuestra historia como nación ya libre, siempre
existieron episodios y/o personajes que dividieron las aguas del
pensamiento: Moreno-Rivadavia, Dorrego-Lavalle, Federales-Unitarios,
Rosas-Caseros, Mitre-Guido y Spano, Hipólito Yrigoyen-Francisco
de Alvear, El eje-La democracia, Braden-Perón, Perón-La
revolución libertadora y llevado esto a terrenos más
amistosos y populares, en el fútbol tenemos el: Boca-River,
Menottistas-Bilardistas, GAF-Bartolomé Mitre, etc. siempre
partes casi irreconciliables..
No
puede excluirse de esta lista de eventos el golpe militar del 24/03/1976,
que también dividió aguas, aunque afortunadamente
gracias a la elogiable política en materia de DDHH del kirchnerismo
(sin muchos pergaminos previos en la materia), se rescata esa triste
fecha y se la declara feriado nacional con actos conmemorativos
que contribuyen a que el pueblo no olvide tan nefasto suceso.
Creo
que hoy día por suerte sólo quedan algunos elementos
residuales para nada representativos de ese sentir castrense anti-pueblo
que añoran los tiempos de este tipo de botas. Podríamos
decir que con la irrupción de la junta militar continúa
la segunda etapa de la mal llamada revolución libertadora
intentando socavar con la instauración del liberalismo económico
el modelo de país encarnado por Evita y Perón, en
el cual hay pleno empleo y justicia social. Retirado el proceso
militar la libertadora sigue viva con la asunción del alfonsinismo
y concluye su obra con la llegada al poder de Carlos Menem que destruye
el estado nacional dejando todo a expensas de las fuerzas del mercado
libre….
Como
se podrá apreciar, en este análisis he salteado un
evento muy caro para los argentinos: el 2 de abril fecha en que
se recupera simbólicamente las islas Malvinas, acto que es
tan polémico como los antagonismos antes mencionados. En
mi criterio, como las anteriores, todas las consideraciones son
válidas y opinables.
Durante
la contienda bélica recuerdo que nuestra familia se pasaba
las 24 hs. escuchando onda corta para conocer la verdadera situación
por la que se estaba atravesando, nunca pude entender ni hoy casi
30 años después como en la Capital Federal, todo seguía
igual: boliches abiertos, cines abiertos, confiterías abiertas,
teatros abiertos, fútbol los domingos, carreras, clases,
todo igual. Mientras que en el sur se combatía, aquí
la mayoría de los habitantes estaban en otra, algo así
como que los acontecimientos correspondían a otros pueblos.
Nunca
sabremos con exactitud los móviles que llevaron a la junta
militar a tomar la decisión de desembarcar en Malvinas. Una
hipótesis que puede considerarse aceptable pero insuficiente,
es que la acción armada se lleva a cabo en función
del descontento social reinante en especial en la clase trabajadora
que 72 hs. antes se movilizó hacia la casa de gobierno siendo
brutalmente reprimida por las fuerzas del orden.
Ya
todos sabemos el desenlace final que tienen todas las guerras, que
no es otro que muerte y mas muerte. De esta llaga humana quiero
tan solo rescatar dos aspectos que estimo pueden evaluarse como
positivos: 1) Que nos dimos cuenta en carne propia como opera el
imperialismo colonialista asociado con la casa blanca 2) El valor
de los soldados que combatieron frente a uno de los ejércitos
más poderosos de la tierra, haciéndolo en inferioridad
de recursos bélicos (cuantitativa y cualitativamente hablando)
y sin la formación militar mas elemental.
El
término soldados incluye también a los muy profesionales
e intrépidos aviadores que ofrendaron sus vidas en misiones
casi suicidas y a algunos oficiales que hicieron honor al mandato
sanmartiniano, como fue el caso del TENIENTE 1º TOTO ESTEVEZ.
¿Pero
quien fue Toto?. Al igual que el que escribe ambos nacimos en la
colorada tierra misionera. Fuimos además a la misma escuela.
Vivíamos en la calle San Lorenzo uno frente al otro. Largas
horas pasaba yo en su casa junto a su familia constituida por su
padre, madre y 5 hermanas mayores.
Por
aquellos tiempos, nadie iba a las salitas; ni al jardín;
ni al preescolar. Eran nuestros padres los que nos enseñaban
a leer, mucho antes de iniciar la escuela primaria y no como ahora
que se termina de aprender a leer en el 3er. o 4to. grado. Tampoco
teníamos internet ni la inseguridad de hoy día, por
eso nuestras amistades eran cara a cara sincera como la de los niños
de esos años, no había espacio para otra cuestión
que no sea gozar de nuestra etapa infantil. Nuestro desafío
era poder jugar, no importa con que cosa o juguete ni tampoco nos
desesperábamos por tener y exhibir a los restantes niños
que teníamos lo útio de lo último. Por ese
entonces, muchos de nuestros juguetes habían sido utilizados
por nuestros padres y/o abuelos y eran ellos nuestra herencia mas
preciada..
Jugar
a la bolita, al hoyo, al cinco, a la mancha, a las escondidas, tener
el álbum de figuritas de los equipos de Buenos Aires, cuyas
formaciones conocíamos de memoria, jugar picados de fútbol
con pelotas Nº3 con tiento (luego las de goma), al trompo,
a la pandorga, construir diques de arena y arcilla en las cunetas,
ya mas grandecitos con ayuda de nuestros viejos hacer posible que
se disponga de un karting (así lo llamábamos) a un
carro de madera con engranajes de ruleman como ruedas, jugar a tarzán,
leer las revistas de superman y batman y la de los superhéroes
de la editorial Novaro de México y prestárnolas para
que todos pudiésemos disfrutar de su lectura o bajo las lluvias
torrenciales correr sobre los charcos de agua descalzos. No había
entre nosotros nada que nos dividiera os sentíamos todos
iguales a la hora de compartir los elementos, sin egoísmos,
sin envidias, sin preconceptos, sin desconfianza, no solo yo creo
que todos los chicos éramos sin duda FELICES EN NUESTRAS
VIDAS Y DE IGUAL MANERA EN NUESTROS JUEGOS, no había divorcio
alguno entre nuestra vida hogareña y la que compartíamos
con nuestros amiguitos.
Por
ese entonces ya, el querido Toto se diferenciaba del resto por ser
aficionado sobre todo a dos cuestiones: ir a la catedral al grupo
parroquial (estábamos a 3 cuadras) y a jugar largas horas
a los soldaditos (tenía cientos), su mayor disfrute era armar
“teatro de operaciones” llenos de obstáculos
para las fuerzas, a su paso siempre aparecían montañitas
inaccesibles, selvas impenetrables, ciénagas, fortalezas
reforzadas, caminos quebradizos, es decir, todo lo que pudiera impedir
el avance de las tropas hasta los objetivos. Recuerdo que sorteábamos
la composición de los ejércitos y luego las armas
auxiliares, tanques, ametralladoras, morteros, etc. luego cada uno
ubicaba sus tropas conforme su parecer para iniciar la supuesta
guerra.
Por
cierto con la luz que me daba mi cerebro intentaba hacerle frente
a las fuerzas de Toto, sin embargo no había táctica
ni estrategia que lo venciera, el ganaba los enfrentamientos a razón
de 5 x 1, siempre se aparecía con alguna novedad, a veces
ante tantas derrotas pensaba yo que lo ayudaba su padre, pero no
era así, siempre se destacaba en lo que mas le gustaba. Esas
derrotas y esos triunfos a ambos nos ponía bien, lo que mas
nos importaba era jugar hidalgamente sin trampas.
No
existían a esa edad temas ideológicos que nos separasen
como creo que pasó con el correr de los años, en esos
momentos de comunión ya irrepetibles lo único que
nos interesaba era divertirnos y ser leales entre ambos.
Pero
como todo lo bueno nada es eterno, la llegada al mundo de mi hermano
Carlos nos hace mudarnos a Buenos Aires. Cómo cambió
el mundo para mi de un día para otro. En los primeros tiempos
los pibes de la cuadra se reían porque yo salía a
la vereda en patas, allá en misiones solo usábamos
los sport para pasear todo lo demás lo hacíamos descalzos
y las burlas para nada maliciosas de los chicos del nuevo barrio,
me transportaban a diario a Posadas, sólo pensaba en Pedrito,
Ajó y siempre en Toto. Así pasaron los años
los caminos de la vida nos separaron pero los recuerdos aunque decayeron
jamás dieron lugar al olvido.
Pero
como los salmones, los provincianos siempre tendemos a volver a
nuestro terruño natal y es por eso que allá por los
años 90, tuve la imperiosa necesidad de reencontrarme con
mis afectos de la niñez volví tan solo para reencontrarme
con mis ex maestras de la Escuela Domingo Faustino Sarmiento y mis
amigos de la infancia. Volví a caminar por las mismas calles
que me vieron crecer y por las que transité en los años
60, pero la casa de Toto ya no era de Toto, allí estaba ahora
el consulado paraguayo, tampoco los hermanos Abalo ya no vivían
en la misma casa. Sólo pude encontrar al ahora contador Marcelo,
a quien siempre recordaba porque a él -unos años antes
que a mí. la vida le había obsequiado un hermanito
diferente que prácticamente vivía oculto, pero al
que yo conocí…un hermanito muy parecido a mi hermano
Carlos que fue la razón por la cual mi padre resolvió
que nos mudáramos a Buenos Aires.
Bueno,
ya casi a la tardecita luego de pasar por las dos plazas mas importantes
de la ciudad, es que me dirigía para la vieja terminal de
ómnibus de Posadas. que antes parecía estar a varios
kilómetros de distancia, pero que ahora estaba ahí
nomas. Iba soñando despierto pero cansado de tanto caminar,
por lo cual, me detuve y procedí a sentarme en el banco de
una placita. Grande fue mi sorpresa cuando al girar la cabeza casi
atónito leo: “PLAZOLETA TENIENTE 1º TOTO ESTEVEZ”.
Me alegré en principio al leer su nombre pero inmediatamente
me di cuenta que seguramente ya no estaría con nosotros.
En unos segundos pasaron por mi mente miles de preguntas, una de
ellas me atrapó: ¿Habrá muerto Toto en Malvinas?,
Sin mas le pregunté a unos parroquianos del lugar que había
pasado con la vida de Toto, enterándome en ese momento que
él como otros tantos misioneros había muerto en Malvinas
combatiendo como un héroe. ¡No esperaba menos de Toto!,
recordé nuestra infancia común y se me anudó
la garganta (como cuando escribo estas líneas) para luego
llorar como cuando éramos niños.
Vuelto a Buenos Aires, busqué y busqué datos de la
familia Estévez hasta dar con el teléfono de una de
sus cinco hermanas. Con ella me enteré de gran parte de su
vida y como aconteció su heroica muerte en Malvinas.
Por
su formación militar dogmática, los momentos de la
república que se vivían en los 70 y su catolicismo
ultramontano, de haber continuado nuestra relación posiblemente
hubiéramos discutido en términos políticos,
pero en el interior de nuestra alma creo que ambos seguiríamos
dispensándonos el cariño fraternal de siempre, eso
es lo que a mi 45 años después me importa. Porque
volviendo a Malvinas, al momento de la batalla de ponerle el pecho
a las balas, seguramente íbamos a hacer ambos la misma cosa
y defenderíamos el mismo sentir, pero fue su sangre misionera
y argentina la que regó el suelo malvinenses y no la mía,
yo estaba preocupado pero lejos del infierno, mientras él
perforado como un queso gruyere por el ataque británico ordenaba
a sus soldados la retirada, quedándose con todo el arsenal
disponible para afrontar su última batalla, la batalla que
lo ha inmortalizado mas allá de la muerte.
Yo
que lo conocí un poco bastante podría agregar que
mientras su cuerpo lo abandonaba su alma estaba orgullosa y feliz.
Él nació para vivir y morir como un soldado y así
lo hizo. No como el General Menéndez Gobernador defacto de
las Islas, que ante la superioridad inglesa, no tuvo problema alguno
en rendirse ante las tropas imperiales sin disparar un solo tiro.
Qué distinto hubiera sido su recuerdo si hubiera entregado
su vida con honor en el campo de batalla, pero no fue así,
el General seguramente estaba aburguesado, acostumbrado por ese
entonces a realizar operativos descomunales para asesinar a supuestos
subversivos era mucho mas fácil y lo hacían en nombre
de la patria, incluso cuando como forajidos tomaban por asalto los
bienes de los caídos en desgracia.
Por
eso y mucho mas, recuerdo con cariño a Toto mi amigo, quien
previendo quizás su irremediable destino, dejó una
carta post mortem para su padre, la que a continuación transcribo:
CARTA
DEL TENIENTE 1º TOTO ESTEVEZ
HÉROE DE MALVINAS, A SU PADRE
Querido
Papá:
Cuando
recibas esta carta yo, ya estaré rindiendo mis acciones a
Dios Nuestro Señor. El, que sabe lo que hace, así
lo ha dispuesto: que muera en el cumplimiento de la misión.
Pero fijate vos ¡qué misión! ¿No es cierto?
¿Te
acordas cuando era chico y hacía planes, diseñaba
vehículos y armas, todo destinado a recuperar las Islas Malvinas
y restaurar en ellas nuestra Soberanía? Dios, que es un Padre
Generoso, ha querido que éste, tu hijo, totalmente carente
de méritos, viva esta experiencia única deje su vida
en ofrenda a Nuestra Patria. Lo único que a todos quiero
pedirles es:
1º)
Que restauren una sincera unidad en la familia bajo la Cruz de Cristo;
2º) Que me recuerden con alegría y no que mi evocación
sea la apertura a la tristeza, y muy importante,
3º) Que recen por mí.
Papá,
hay cosas que, en un día cualquiera, no se dicen entre hombres
pero que hoy debo decírtelas:
Gracias
por tenerte como modelo de bien nacido, gracias por creer en el
honor; gracias por tener tu apellido, gracias por ser católico,
argentino e hijo de sangre española, gracias por ser soldado,
gracias a Dios por ser como soy y que es el fruto de ese hogar donde
vos sos el pilar. Hasta el reencuentro, sí Dios lo permite.
Un
fuerte abrazo. Dios y Patria o ¡”Muerte!".
Roberto.
En vísperas de un nuevo 2 de abril digo que recordar a Toto,
es recordar a todos los compatriotas que dieron su vida por la patria;
es recordar a los cientos de mutilados que volvieron al continente
escondidos por las fuerzas armadas; es recordar a los valerosos
aviadores fallecidos en combate cuya actuación es hoy estudiada
en las academias militares del mundo; es recordar a los que después
de volver fueron ya diferentes aunque no hayan participado en enfrentamientos
con el enemigo; es recordar a los que no pudieron soportar tanto
peso encima y se suicidaron y es recordar también a las madres
de los soldados que al igual que las madres de plaza de mayo, siguen
estando orgullosas de los hijos que parieron.
02-04-2015
Luis Alberto Mello
Coordinador Buenos Aires – Ciudad <Krypton Digital.
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