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23/12/2009
PRESENTACIÓN DEL PROGRAMA BICENTENARIO 2010

La presidenta de la Nación, Cristina Fernández, presentó, en el Salón Mujeres Argentinas de la Casa Rosada, el programa de festejos del Bicentenario, que se realizarán durante todo el año que viene, a través de videos que difundieron los ejes centrales de la celebración durante el 2010.

Cristina Fernández expresó que los festejos por el Bicentenario, más allá de los hechos culturales, deportivos, de debates, van a ser "una gran oportunidad para repensarnos como país, no con la mirada puesta hacia atrás sino hacia adelante, pero con la visión de las cosas que podríamos hecho mejor y no cometer los mismos errores”.

“Es una oportunidad fantástica para ser un país más grande, un gran país y sobre lo que planteaba Mariano Moreno: la igualdad. La libertad de los pueblos se basa en el sagrado derecho de la igualdad, igualdad de oportunidades. El igualitarismo es diferente a tener igualdad de oportunidades”, afirmó.

Asistieron al acto personalidades de la cultura, gobernadores, ministros y funcionarios. En el estrado, acompañaron a la Jefa de Estado, el secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, el secretario de Cultura, Jorge Coscia, y el presidente de Canal 7, Tristán Bauer.

La Presidenta recordó a Mariano Moreno quién en 1810 expresaba muchas de las ideas que “muchos de los que estamos hoy aquí podríamos repetir”, señalando que “fue uno de los grandes de la Revolución de Mayo”.

Sostuvo que se da la oportunidad de “poder ser un país más grande, un gran país, y sobre la base que planteaba Mariano Moreno: la igualdad, la libertad de los pueblos. Aprendimos en doscientos años de historia, sobre todo en los últimos años que el igualitarismo es algo diferente a la igualdad de oportunidades” e invitó a todos, desde el lugar que están “hacer un gran aporte a este Bicentenario que es una nueva oportunidad que pensemos los argentinos”.

Cristina Fernández convocó a todo el país a sumarse a los festejos y aclaró que el programa que se presentó hoy “no constituye una agenda cerrada, sino que está abierto a ideas, proyectos. Este es un punto de partida en los programas que van a constituir la conmemoración de nuestros primeros doscientos año”.

Además de los actos programados, durante 2010 se llevará adelante en todo el país un plan de construcción de 200 Casas de la Historia y la Cultura del Bicentenario, destinadas al desarrollo de actividades culturales, recreativas y educativas, y a la exposición permanente de material que testimonie la historia y la identidad de cada comunidad. Estos espacios contarán con salas para exposiciones permanentes que documenten los orígenes y los sucesos de cada localidad, espacios para exhibiciones de cine, muestras temporarias y talleres de teatro, música, danza, pintura, y otros eventos culturales.

Las Casas de la historia y la Cultura del Bicentenario buscan promover la inclusión social a través del desarrollo de actividades participativas y generar oportunidades de empleo y capacitación para jóvenes hombres y mujeres de todo el país.

LIBRES DEL SUR: EL BASTARDEO DE LA SOLIDARIDAD

Cuando ocupan el espacio público exigiendo que se les pague sin tener que trabajar. Cuando se está inscripto en un Plan como lo están, pero aún así muestran su rabia por no tener el manejo clientelar oficializado de "su" grupo.

Cuando atentan contra la necesidad de otros miles de compatriotas.

Cuando esa falsa progresía ataca de nuevo a un gobierno popular, es señal que la trampa está tendida. Hay que mirar muy bien el sendero para no pisarla.

La derecha sabe que el 2010 será un mejor año para el pueblo. Y no lo puede admitir.

Es preciso juntar todas las esquirlas del bombardeo mediático, para entender mejor lo que viene pasando. No es para asustarse, sino para ser precavidos.

La provocación de Macri con el espía y con Abel Posse. Las embestidas de Duhalde. La denuncia del gobierno bonaerense sobre el origen de la inseguridad. Las amenazas de muerte a la Presidenta. Las palabrotas golpistas de Biolcatti.

Y por si les faltaba un flanco de ataque por "izquierda", ahora ya lo tienen. Adentro y afuera del Congreso.

¿Vio la tele ayer? ¿Notó que las noticias unían el acampe piquetero en la Avenida 9 de Julio con las declaraciones pesimistas del funcionario de los EE.UU.?

Tanto el canal de De Narváez como TN se dieron una panzada con la escena montada frente al Ministerio de Desarrollo Social. Estaban eufóricos relatando "la ofensiva piquetera antikirchnerista". “Bravo muchachos", parecían alentarlos.

Le sirven como anillo al dedo al poder económico mediático con este acampe motivado no en la falta de trabajo, sino al revés, por que el Estado nacional, provincial y comunal recuperó la potestad de garantizar un empleo digno para todos.

Algunas escenas fueron francamente vergonzosas y los pintan de cuerpo entero.

Los referentes del grupo denunciaban que el gobierno, al que atacan y le ocupan edificios, no les provee alimentos, líquidos y baños adecuados para seguir con la toma. O sea. Es como si entraran a tu casa y el intruso te denuncia por que no le serviste ni pizza ni cerveza.

Revolucionarios, pero con pantalla plana.

Los jefes políticos que planificaron y decidieron este acampe, saben lo que están haciendo. No los cubre la inocencia fértil del compromiso militante. No los anima la voluntad inquebrantable de ayudar a fortalecer el rumbo solidario de este proceso político del que formaron parte alguna vez.

Es la degradación de la militancia que proclaman. Es el bastardeo final de la solidaridad.

Que esté en plena marcha el Plan Argentina Trabaja que devolverá la dignidad del empleo a decenas de miles de compatriotas no tiene valor si no son ellos los jefes del reparto clientelista. Y como se les dijo que este Gobierno, este Estado, este modelo de país no se deja extorsionar por las minorías clientelares, montaron la triste desvergüenza de usar a los compatriotas más pobres para "combatirlo".

La historia enseña que todos los procesos populares sufrieron este mismo juego de pinzas. Pero esta vez, hay memoria.

Los datos oficiales y las previsiones sobre la economía en el 2010 son altamente favorables a los intereses del país y a su población.

La industria, el agro, la construcción, el turismo, tendrán un año más que halagüeño. Eso implica más producción y más trabajo.

El gobierno no descansa su espalda en los presuntos vientos de cola y asegura una política social de empleo que garantice el desarrollo económico con mayor inclusión.

La burda mentira dice que hay un desfasaje pronunciado entre la política y la economía. Como si la imagen política del gobierno sube por la escalera y la economía por el ascensor. ¿A quién le van a hacer creer semejante falacia?

Si la economía avanza posibilitando el crecimiento del empleo, como todos reconocen, es porque hay una política encabezada por la Presidenta de la Nación que lo posibilita.

Contra esa política apunta la pantalla partida. De un lado "la inseguridad". Del otro, "el acampe".
Gentileza Jorge Giles.

A PROPOSITO DE LA INSEGURIDAD JURIDICA


Retrocediendo raudamente en el pasado, como al visionar al revés alguna película del cine mudo, la visita del enviado del presidente Obama y encargado de asuntos latinoamericanos de Estados Unidos al sur del continente, Arturo Valenzuela, dejó una sensación de déjà vu en la política de Washington sobre nuestro país (desde Cordell Hull y Braden, de recordada actuación en épocas de “relaciones tumultuosas”, hasta Terence Todman, denominado el “virrey”, en los más apacibles tiempos de las “relaciones carnales”). Sus dichos y acciones levantaron una ola de suspicacias sobre la forma de entender los vínculos mutuos. Valenzuela no fue recibido por los presidentes en Argentina y Brasil, donde se reunió con funcionarios subalternos, pero en Buenos Aires (no en la nación vecina) tuvo también entrevistas con políticos opositores que respaldaron sus conceptos.

En conversaciones con éstos y con empresarios locales Valenzuela señaló la “falta de seguridad jurídica” en Argentina y comparó este momento con la “mejor” situación que se vivía en la época del menemismo, esa que llevó directamente –es bueno recordarlo para tanto repentino desmemoriado– a la crisis de 2001-2002. Claro está que la seguridad jurídica a la que se refería era exclusivamente la de los inversionistas y no las de las personas o ciudadanos. Se trata lisa y llanamente de una seguridad jurídica corporativa y vista con los ojos de la potencia del Norte. Pero Valenzuela no mencionó el revés de la trama. El país con mayor inseguridad jurídica del mundo actualmente, a raíz de la crisis económica y financiera, con un fuerte componente especulativo, que se originó en él y se extendió como un reguero de pólvora sobre todo el planeta, es justamente los EE.UU.

¿Qué tipo de seguridad jurídica tuvieron los depositantes o inversores que han visto a cientos de bancos donde tenían colocados sus ahorros derrumbarse de la noche a la mañana? En el 2009 quebraron poco más de 130 bancos de los 8500 existentes y aunque el gobierno de Washington rescató varias entidades financieras, una gran cantidad, sobre todo medianas y pequeñas, se fueron a pique sin su ayuda. En cuanto a los depósitos, la FDIC (Federal Deposit Insurance Corporation) sólo cubre hasta un cierto límite los de aquellos bancos asegurados en ella, no la de todos los bancos ni toda clase de acreencias.

¿Qué seguridad jurídica existió para los miles de propietarios de inmuebles que se encontraron sin poder seguir pagando sus hipotecas y fueron desalojados de sus hogares? ¿Cuál fue la seguridad jurídica de los futuros jubilados cuyos fondos de pensión cayeron en el pozo interminable creado por las pérdidas de valor de los activos financieros a los que estaban ligados y se quedaron sin ingresos futuros después de años de aportes y de trabajo? ¿De qué seguridad jurídica se habla para los que perdieron sus empleos en numerosas empresas que achicaron masivamente su personal o cerraron directamente sus puertas? En fin, ¿cómo se aprecia la seguridad jurídica de grandes industrias que se encontraron financieramente arruinadas hasta llegar a ser nacionalizadas, como General Motors, en un país que pregona que ése es el principal peligro para sus compañías fuera de sus fronteras? Puede decirse que muchos de estos casos tienen que ver con la mecánica misma de la crisis, pero es imposible no mencionarlos por la retórica existente.

Yendo a interrogantes referidos directamente a políticas públicas: ¿cuál fue el marco de seguridad jurídica que brindó la revocación, en 1999, de la Glass-Steagall Act, que establecía una separación entre la banca comercial y la de inversión? Desde ese momento se extendió la posibilidad, en un mercado totalmente desregulado, de que cualquier entidad del rubro pudiera crear sus propios medios e instrumentos financieros con una falta de límites claramente establecidos en sus operatorias y un estímulo a actividades especulativas. Esto constituyó una de las causas de la crisis que se desató en 2007. En verdad, la seguridad jurídica está muy lejos de existir en un país que hizo temblar a los inversionistas de todo el mundo y provocar la quiebra de entidades de otros países con intereses en EE.UU. O que permitió fraudes empresarios como los de Enron o WorldCom, compañías que estafaron hasta a sus mismos empleados. Para no hablar de la seguridad que deviene del respeto de la libertad personal, una de las bases mismas de la Constitución del país del Norte, vulnerada en el pasado por el tristemente célebre macartismo o por la aprobación de la patriotic act, que redujo el derecho de privacidad y estableció la detención sin tiempo y sin intervención judicial de extranjeros y hasta de ciudadanos. O la que sostiene el principio de soberanía, transgredido por razones falsas en la invasión a Irak.

La cuestión no queda allí. Como se señala en un artículo publicado en 2007 por el Instituto de Estudios Legales Alternativos de Colombia (ILSA, org. com), el fin último de la seguridad jurídica que preconizan los Estados Unidos para proteger a sus inversionistas en América latina –abandonada la etapa del “big stick” que subsistió en gran parte del siglo XIX y las tres primeras décadas del XX, con algunos “revivals” posteriores– es la adopción de “normas homogéneas, durables, con poder de coerción y que aseguran transparencia” en los acuerdos comerciales o de inversión que realice el país del norte. Pero su desarrollo ha ido en una sola dirección: “La supremacía de la legislación estadounidense” por sobre la local para sus capitales invertidos en el exterior (la obligada intervención del Ciadi –una institución del Banco Mundial con sede en Washington–, apañada por dirigencias nativas, constituye un ejemplo en el caso argentino). Asimismo, esas normas favorecen sistemáticamente a los inversionistas por sobre los demás ciudadanos desconociendo otros derechos como los humanos, ambientales o laborales. Se establece así “la paradoja de que la seguridad de un tipo de leyes somete a la inseguridad a los otros tipos de legislación”. La no aceptación por Washington del Protocolo de Kioto sobre el calentamiento global, defendiendo la depredación de recursos naturales y la contaminación del medio ambiente por parte de empresas de su país, es una demostración de la poca importancia en la seguridad de una vida prolongada para millones de habitantes del mundo, posición no alterada en demasía en la Cumbre de Copenhague, donde se llegó a un acuerdo poco satisfactorio al respecto.

A todo esto debemos agregar la cuestión de la seguridad social en los mismos EE.UU. En una entrevista dada en 2008 a una revista europea, Paul Krugman decía que “la realidad no había estado jamás a la altura del sueño americano”, y esto se reflejaba en la distribución de los ingresos. Los Estados Unidos –concluía– ante la pregunta de si seguía siendo la primera potencia económica del mundo “son todavía un lugar privilegiado para aquellos que están entre el cinco por ciento de los más ricos”. Los esfuerzos de Obama por establecer un seguro de salud universal, boicoteado por gran parte de la clase política, medios y entidades civiles, dan cuenta de que sobre la seguridad social el presidente norteamericano debe enfrentar a intereses poderosos. Inseguridad jurídica, social, ambiental, EE.UU., con toda su potencia y riqueza (en muchos casos más pasada que presente), no es un ejemplo en este sentido. Pero, sobre todo, no puede dar lecciones a otros y menos imponer sus leyes. Eso sí, debe preocuparse por recuperar la salud de su economía, hoy la más endeudada del planeta, cuya suerte representa una incógnita para el futuro económico de la humanidad.
Gentileza Lic. Mario Rapoport.

 
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